22 enero, 2008

Cristianos y sociedad.CCP. Huesca

Como cristianos y como miembros de una familia:

Creemos necesario manifestar públicamente nuestro malestar por el acto celebrado el 30 de diciembre en Madrid, al utilizar a la familia para confrontar a los dos partidos políticos mayoritarios. Porque somos bautizados y amamos a nuestra Iglesia lo decimos.

No es verdad que la mayoría de las familias cristianas de España estemos de acuerdo con lo que allí se dijo. El evangelio no establece normas para confeccionar un estilo de familia y sí establece valores, muy importantes, como el Amor, la Tolerancia y el Perdón. Estos valores, y las enseñanzas que Jesús nos hace sobre la familia, no se utilizaron como argumentos.

Hoy, en nuestra sociedad, hay situaciones sociales, estructurales, que favorecen la ruptura de muchas familias y no se nombran. No se tienen en cuenta suficientemente. Siguen siendo familias y problemas poco comprendidos.

Asimismo, existen también formas nuevas de relacionarse y de quererse. No podemos condenar aquellas maneras que no son las tradicionales. El amor existe en el corazón del ser humano por ser, el ser humano, creación de Dios.

Defender la Familia supone implicarse, trabajar para eliminar las pésimas condiciones de trabajo, precario, inseguro y con bajos salarios que obliga a que tengan que trabajar todos los integrantes de la familia, tengan que prolongar jornada laboral y no se tenga tiempo para convivir.

Nuestros valores cristianos nos llevan a hacer trascendente la familia entendida como pareja e hijos al formar parte de una gran familia social que encontramos en nuestra comunidad, parroquia, partido político, sindicato, asociaciones y amigos. El amor entre dos siempre ha sido para nosotros mucho más y de poco sirve si no se proyecta a la sociedad.

En una sociedad democrática, pluralista y aconfesional como la nuestra no se puede pretender imponer creencias ni concepciones morales, cristianas o no, como normas de obligado cumplimiento a todos los ciudadanos. Sin embargo, como cristianos, intentamos que el Amor, la Tolerancia y la Comprensión sirvan para solucionar problemas reales del ser humano que es el espacio común en el que podemos coincidir creyentes y no creyentes.

Sería muy bueno, y se haría justicia, además, reconocer los esfuerzos y logros que desde las instituciones públicas se han hecho y hacen para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, y más en concreto de las familias. La gratuidad de los libros escolares, la ayuda por el nacimiento de un nuevo hijo, la aportación mensual para el alquiler del piso para jóvenes... Desde la Iglesia deberíamos ir animando, sugiriendo, impulsando o haciendo públicas las carencias o injusticias que desde nuestros ambientes conozcamos, así como concretar las aspiraciones mejores que aún quedan por afrontar de forma más eficaz: los excluidos, los inmigrantes, los ancianos, las mujeres violentadas, las personas en soledad...y tantos y tantas que llaman a la puerta de nuestras conciencias, reclamando el respeto a su dignidad.

La palabra del Señor “tuve hambre, y me disteis de comer...” es siempre actual. Esa llamada es para todos: Instituciones públicas, Iglesias o ciudadanos.

Hoy en nuestra sociedad, es evidente el descrédito de las palabras no ratificadas por los hechos.

Así ha ocurrido con expresiones episcopales del día 30 de diciembre en Madrid. El intentar ser servidores de la Palabra nos tiene que ayudar a utilizar adecuadamente las palabras. Los derechos humanos los debemos reclamar para todos, pero principalmente en el ámbito de quienes los reclaman. Sería importante que en la Iglesia se cumpliera el Espíritu del Vaticano II. También en temas como la corresponsabilidad, la colegialidad o la situación de la mujer en la propia Iglesia.

El Espíritu es dinamismo. Cuando hay una fijación, algo instalado, no se puede hacer visible ese Espíritu. Así la gente se apea. A Cristo lo entendía el pueblo, no los escribas.

Quienes sepan responder a estos retos, se ganarán la credibilidad de nuestro mundo.

Comunidades Cristianas Populares de Huesca

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