04 febrero, 2008

EL DIÁLOGO INSTRUMENTO DE PAZ Y CONVIVENCIA

Nuevamente los Obispos han salido a la palestra, dándonos su opinión sobre la situación política actual y aconsejando a los católicos sobre el voto en las próximas elecciones generales. Nuevamente echamos de menos en su juicio la referencia al Evangelio y a Jesús de Nazaret. Hablan de la doctrina de la Iglesia, pero nada dicen de la doctrina evangélica, referente fundamental y básico para todo cristiano en el discernimiento. Además no expresan el sentir de toda la Iglesia, sino la doctrina de un sector de la Conferencia Episcopal, el más conservador e intransigente. No es el modo de pensar todos los obispos, ni mucho menos el de todos los católicos.

Denuncian al gobierno actual por haber dialogado con la banda terrorista ETA, porque con los asesinos no se debe dialogar. Se puede discutir sobre la conveniencia política de las circunstancias concretas del diálogo, pero nunca condenar la actitud dialogante. Porque el diálogo es el instrumento válido y necesario para conseguir la convivencia pacífica entre las personas y los pueblos. Acudiendo al evangelio descubrimos la continua postura dialogante de Jesús de Nazaret. Dialoga con todos, con los pecadores y con los justos, con la adúltera y las prostitutas, con los escribas y fariseos, con los recaudadores de impuestos, con las mujeres y los publicanos. Desde el evangelio no sólo no podemos condenar el diálogo, sino que debemos provocarlo y alimentarlo. La postura de los obispos más se parece a la actitud de los fariseos que a la de Jesús de Nazaret.

Una vez más los obispos nos escandalizan a los cristianos de base y a todos aquellos que intentamos seguir las huellas de Jesús de Nazaret, al margen de toda postura de poder y protagonismo. Nos da la impresión que la Conferencia Episcopal no se aviene a ser una instancia más de opinión en una sociedad aconfesional, y a perder el poder absoluto del que gozaron en tiempos de la dictadura. Los obispos tienen que asumir de una vez por todas que deben convivir con otras iglesias y otras opiniones políticas. No sólo opinan, sino que también exigen que su postura sea la única justa y moralmente válida. Señores obispos, no se encierren en su castillo conservador y trasnochado, ábranse al mundo moderno, como aconseja el Concilio Vaticano II, e iluminen, sin condenar, la problemática actual que tenemos los hombres y mujeres desde el evangelio.

Comunidades Cristianas Populares de Zaragoza.
Febrero de 2008.