06 abril, 2006

Rebelión contra la precariedad en Francia

Acusada por la derecha de ser hoy "el enfermo de Europa", Francia es por el contrario un país que resiste. Uno de los pocos en Europa donde con formidable vitalidad una mayoría de asalariados se niega a una globalización salvaje que significaría la toma del poder por las finanzas. Y que abandona a los ciudadanos a las empresas mientras el Estado se lava las manos. Descorazona esta modificación radical de la relación entre los poderes públicos y la sociedad que supone “el final del Estado protector".
La solidaridad social constituye un rasgo fundamental de la identidad francesa. Una solidaridad que el CPE contribuye a liquidar. De ahí una vez más la impugnación. Y la revuelta.
Los sindicatos y organizaciones estudiantiles dieron ayer un ultimátum al Gobierno de Dominique de Villepin para que abrogue antes del próximo día 17 el polémico contrato de primer empleo (CPE), que precariza el trabajo de los jóvenes. Por su parte, el primer ministro amagó con dimitir. "Naturalmente, asumiré las conclusiones que se deriven de la negociación", dijo en la Asamblea Nacional, poco después de la primera reunión del grupo parlamentario de su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), con los representantes de los sindicatos y los estudiantes.