22 marzo, 2011

CRÍMENES RACISTAS

"El odio que asesinó a nuestros hijos no fue un hecho aislado"
Víctimas de crímenes xenófobos exigen que los delitos no queden impunes y alertan del auge fascista en la red

Mavi Muñoz, la madre de Carlos Palomino, ayer en su casa de Madrid. G. DEL RÍO
A Guillém Agulló, de ideología antifascista, lo asesinó con tan sólo 18 años un neonazi en el municipio de Montanejos (Castellón). Ocurrió el 11 de abril de 1993, y el agresor, Pedro Cuevas, huyó con el brazo en alto y cantando el Cara al sol. El asesino, vinculado a partidos de extrema derecha, sólo cumplió cuatro años de cárcel del total de 16 a los que fue condenado.
Otro día 11, pero del mes de noviembre de 2007, otro joven de ideología antifascista, Carlos Palomino, moría asesinado en el metro de Madrid a manos de Josué Estébanez, un militar de extrema derecha. El Tribunal Supremo confirmó la sentencia a 26 años de cárcel para Estébanez. Guillem y Carlos murieron en sendos crímenes de odio. Años después, sus familias siguen luchando para que su recuerdo no muera.
El que sí puede contarlo, pero desde su silla de ruedas, es el congoleño Miwa Monake, de 43 años de edad y tetrapléjico desde que el 10 de febrero de 2007 otro neonazi le diese un golpe por la espalda que lo dejó seco. Su agresor, que le llamó "mono" y le dijo que su sitio era el zoo antes de tumbarlo, cumple diez años de prisión.
Ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial con actos en distintas ciudades de todo el mundo. Público recupera las historias de tres familias que quedaron destrozadas porque alguien que odiaba la forma de pensar o el color de piel de la víctima se cruzó un día en su camino.

Carlos Palomino: Su madre mantiene la lucha
Mavi Muñoz recuerda que empezó a aprender sobre el entramado neonazi "a golpe de internet". El 11 de noviembre de 2007 su hijo, Carlos Palomino, moría asesinado a manos de un neonazi. "Enterré a Carlos y me conecté a internet; quería saber muchas cosas", cuenta Mavi, que tras el asesinato de su hijo creó la Asociación de Víctimas de la Violencia Fascista, Racista y Homófoba. Desde allí, esta mujer intenta que las agresiones xenófobas no queden impunes, algo que no siempre es fácil.
España no cuenta con datos oficiales sobre delitos que han tenido su origen en un hecho racista o fascista. La policía no lo anota como tal, así que son asociaciones como Movimiento contra la Intolerancia las que tienen que hacer sus propias cábalas. Esta asociación, que dirige Esteban Ibarra, estima que cada año se dan unas 400 agresiones de este tipo. "Exigimos que haya un registro policial para saber con exactitud la trascendencia de estos delitos", insiste Ibarra, que recientemente ha publicado el libro La España racista. La lucha en defensa de las víctimas del odio. A escala europea, más de nueve millones de ciudadanos se han visto alguna vez envueltos en algún altercado xenófobo, según la Agencia Europea de Derechos Fundamentales de la UE.
Ibarra ha apoyado a Mavi Muñoz desde la muerte de su hijo y comparte con ella la lucha diaria para que las agresiones no pasen de largo para la sociedad. "Lo que le pasó a mi hijo, a nuestros hijos, no son hechos aislados. Hay que conseguir que otros agredidos rompan el silencio", señala Mavi.

Guillem Agulló: Símbolo del antifascismo
Los padres de Guillem Agulló, Guillem y Carmen, educaron a su hijo en la tolerancia y la libertad. Y, de golpe, el 11 de abril de 1993 un neonazi lo apuñaló de muerte. "Fue una pesadilla, no dábamos crédito a lo que había ocurrido", señalan sus padres.
Desde entonces, Guillem Agulló se ha convertido en un símbolo para el movimiento antifascista valenciano, y su muerte impulsó la creación de defensa de los derechos humanos como Acció Popular contra la Impunitat.
"Las víctimas de estos delitos se sienten desamparadas. Muchos funcionarios ni siquiera recogen la motivación de estos ataques cuando se denuncian. Los políticos tampoco explican bien el daño que inflige el prejuicio. Se ocultan las cifras y se niegan las prácticas racistas de policías y políticos", denuncia un portavoz de dicha asociación. El padre de Guillem corrobora la denuncia: "En el País Valencià los grupos de neonazis campan a sus anchas". Ibarra, por su parte, añade que esa impunidad se está extendiendo ahora por internet. En España hay cientos de páginas web racistas y homófobas, pero están alojadas en servidores canadienses o estadounidenses", alerta.
Desde Acció Popular contra la Impunitat también denuncian la proliferación de web ultras y agregan: "Muchas veces el racismo oculta un clasismo evidente. Molestan los negros pobres, no los futbolistas, por ejemplo. La visión mercantilista de la humanidad, que trata la inmigración como una herramienta y obvia su carácter humano, no ayuda a neutralizar estos prejuicios".

Miwa Monake: Tetrapléjico de por vida
Las últimas palabras que el congoleño Miwa Monake escuchó de su agresor fueron: "¡Negro, puto negro, mono, vete a un zoológico, mono. Arriba España. Viva España!". Después, cayó al suelo desplomado. De aquel golpe tremendo que le propinó un neonazi a la salida de una discoteca se quedó tetrapléjico. Su agresor, Roberto Alonso de la Varga, fue condenado a diez años de prisión. Los hechos ocurrieron en febrero de 2007.
"Yo nunca había oído antes la palabra tetrapléjico", cuenta Miwa, de 43 años, al que Esteban Ibarra siempre pone de ejemplo de superación. El halago no es gratuito. Miwa, durante su convalecencia, pensó muchas veces en quitarse la vida. Le ayudaron a superar el bache Ibarra y Mirella, su mujer, que todo este tiempo ha permanecido a su lado.
Miwa mide casi dos metros de altura y tendrá que permanecer para siempre en una silla de ruedas. Consciente de la violencia de las bandas ultras, cierra tajante con una frase: "Que no haya jamás ningún otro Miwa, ningún otro Carlos, ningún otro Guillem".

21 marzo, 2011

RACISMO EN ESPAÑA

ESTEBAN IBARRA
En esta jornada del 21 de marzo que la ONU instituyó como Día Internacional contra el Racismo para rememorar a sus víctimas, bien sean de la discriminación, odio o violencia, resulta oportuno recordar que España no progresa lo suficiente frente a esta lacra. Es lo que manifiestan informes oficiales internacionales que insisten en la falta de reconocimiento del problema y en la inexistencia de estadísticas oficiales sobre incidentes racistas y xenófobos, de denuncias y de acciones judiciales sobre delitos de odio. Unos meses antes, el Consejo de Europa señaló que un bajo número de sentencias puede ser un indicador no sólo del temor de las víctimas a represalias, sino de la falta de confianza para interponer denuncias ante la Policía y operadores jurídicos o de una insuficiente sensibilización.Recientemente, el organismo de expertos independientes que supervisa la aplicación de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de la ONU calificó de discriminatorias las disposiciones relativas a las mujeres extranjeras que padecen malos tratos y no tienen la documentación en regla existentes en España y solicitaba al Gobierno revisar la Ley de Extranjería para acabar con su situación de desprotección. Hecho que también sucede con las víctimas de la violencia racista porque, en caso de no tener “papeles”, suelen preferir no denunciar antes que sufrir un proceso de expulsión. Hipótesis más que veraz que hemos podido comprobar.Sin embargo, la tranquilidad embarga a nuestras instituciones, al contrario de lo que sucede en Alemania, que reconoce más de 20.000 delitos de racismo e intolerancia; o Gran Bretaña, con más de 60.000 incidentes; o las investigaciones de la agencia de derechos fundamentales europea, que señala varios millones de incidentes en la Unión. En España parece que el problema nos afecta escasamente o al menos eso dan a entender quienes no responden ante los requerimientos de datos de estos organismos. Además, la ONU pide al Gobierno que erradique los controles de identificación de inmigrantes en base a criterios étnicos y raciales en barrios de alta concentración de personas extranjeras y que se garantice el buen funcionamiento de los centros de internamiento, recordando que los irregulares que cumplen 60 días de internamiento en estos centros quedan en la calle con una orden de expulsión, en situación extremadamente vulnerable ante abusos y discriminaciones.Socialmente, mientras las encuestas denotan un crecimiento de intolerancia latente, de prejuicios y actitudes contrarias hacia la inmigración y hacia nuestra principal minoría étnica, el pueblo gitano, nuestros conciudadanos no tienen conciencia de los comportamientos racistas que anidan entre nosotros. Muchos consideran la inmigración “excesiva” y depredadora de recursos, olvidando que los inmigrantes crean riqueza, y también se afirma una identidad excluyente que niega derechos culturales y religiosos al diferente. Se normaliza el rechazo al marroquí, la marginalización del gitano, la superioridad frente al negro, la fobia ante el musulmán, el reproche antisemita, y ya se sabe, en un contexto de crisis y mundo convulso, “los españoles primero” y a guardar para otro tiempo el principio de igualdad de trato. Pero, eso sí, no somos racistas.En diversas ocasiones, estos organismos internacionales han reclamado el cierre de web xenófobas, pero en España tienen su origen más de 400 de las miles accesibles en Internet, también que se ilegalice a organizaciones racistas, pero aquí tenemos a partidos xenófobos que se manifiestan sin problema, y que se sancione penalmente la incitación al odio, pero en España se realizan decenas de conciertos neonazis con impunidad, también que se retiren símbolos de ese tenor en los campos de futbol, pero aquí persisten las gradas ultras pese a su prohibición legal. Además recuerdan que hay que adecuarse en materia penal al requerimiento de la Declaración Marco de la UE contra el racismo, pero nuestro Código aún no lo ha hecho; se exhorta al desarrollo de instrumentos eficaces para su persecución, pero sólo tenemos dos servicios de Fiscalía para delitos de odio en Barcelona y Madrid, y desde luego suelen recomendar “formación intensiva en derechos humanos” a los funcionarios, en especial a las fuerzas de seguridad, encargados de aplicar la ley.Estos organismos no se olvidan de reclamar atención a las víctimas y apoyo a sus asociaciones, de pedir un uso responsable de los medios de comunicación, a fin de evitar la difusión de discursos que inciten al odio y de revisar los procesos de admisión a las escuelas públicas y privadas para garantizar una distribución equitativa de alumnos y alumnas de todas las etnias, evitando la segregación. También recuerdan los peligros del populismo xenófobo en épocas de confrontación electoral y de la amenaza del neofascismo identitario que crece por Europa; para muestra, la reciente encuesta en Francia que otorga una elevada proyección a Le Pen, la emergencia ultraderechista en Suecia o la fuerza del temido Jobbik húngaro, como algunos rostros del tsunami xenófobo europeo.En fin, en un día de lucha como hoy es necesario recordar nuestro compromiso ante el racismo, y no olvidar al asesinado Nobel de la Paz, Martin Luther King, cuando nos trasladaba que, aunque “cada uno de nosotros puede haber llegado en un barco diferente, ahora estamos todos en el mismo bote”.
Esteban Ibarra es presidente de Movimiento contra la Intolerancia
(De Diario Público)